Operación: salvar la salchicha
Quizá tenía un presentimiento, o quizá aquella noche no podía dormirme por culpa de la luna llena. En realidad, no me importaba demasiado porque durante el día tendría tiempo de hacer un par de siestecitas. Al fin y al cabo lo que me obligaba a abandonar mi confortable hogar era, ni más ni menos, que el hambre. Ése es mi destino: o duermo o tengo hambre. Interpreté correctamente la posición de la luna, y todavía faltaba un buen rato para que mis amigos los chuchos me acompañasen a buscar algo para desayunar.