Daniela Chudzinski carga la paleta de verdes y azules para ilustrar este poema de Anja Tuckermann sobre la batalla cromática que mantienen el cielo y el mar con el fin de impresionar a la gaviota y acercarla cada uno a su hábitat. Pero la gaviota disfrutará tanto con este intercambio de poderosos fenómenos naturales y con la variedad de colores que esa lucha provoca, que decidirá mantenerse como eterna espectadora entre los dos mundos. Delicados ingredientes para un plato de alta cocina visual.Daniela Chudzinski carga la paleta de verdes y azules para ilustrar este poema de Anja Tuckermann sobre la batalla cromática que mantienen el cielo y el mar con el fin de impresionar a la gaviota y acercarla cada uno a su hábitat. Pero la gaviota disfrutará tanto con este intercambio de poderosos fenómenos naturales y con la variedad de colores que esa lucha provoca, que decidirá mantenerse como eterna espectadora entre los dos mundos. Delicados ingredientes para un plato de alta cocina visual.
La gaviota y un mar de colores
La gaviota dijo: «Solo quiero estar donde el azul es más azul». «Conmigo puedes estar –dijo el mar–. Mi azul tiene la profundidad y lleva el cielo.» «Conmigo –dijo el cielo– te sentirás bien, el viento te llevará y verás mi azul y a ti misma en el espejo del agua.» El mar y el cielo lucharon por el azul más azul, el azul del mar más profundo, el azul del cielo más luminoso.