Aparentemente todo sigue igual en la Casa del Árbol, la abuela de Fran esperándolo y su abuelo ocupado de sus cosas. Si no fuera por la grúa que acecha con derribar la casa para continuar la autopista, parecería que el tiempo no ha pasado. Después de un sueño, Fran siente que debe volver al pueblo, lo que implica volver al pasado, a la adolescencia, a ese verano en el que parece que se hizo mayor y ya nada volvió a ser lo mismo. Volver a aquella calma, a aquellas tardes eternas en las que no había otra preocupación que compartir el tiempo con los amigos. Una vuelta al pasado para cerrar algo que quedó abierto y parece haber llegado el momento de enfrentarlo. Ganadora del Premio Edebé de literatura juvenil, esta es una novela que trata el paso de la adolescencia a la primera madurez. Algo que indudablemente implica un sufrimiento y una nostalgia por lo pasado, aunque la autora lo aborda sin traumas, de una forma muy fresca, de manera que lo vivido le podría ocurrir a cualquier adolescente del mundo que se encuentra ante la disyuntiva de crecer.
Aparentemente todo sigue igual en la Casa del Árbol, la abuela de Fran esperándolo y su abuelo ocupado de sus cosas. Si no fuera por la grúa que acecha con derribar la casa para continuar la autopista, parecería que el tiempo no ha pasado. Después de un sueño, Fran siente que debe volver al pueblo, lo que implica volver al pasado, a la adolescencia, a ese verano en el que parece que se hizo mayor y ya nada volvió a ser lo mismo. Volver a aquella calma, a aquellas tardes eternas en las que no había otra preocupación que... Seguir leyendo
El espíritu del último verano
Apreté el acelerador y entré en la autopista tan cargado de dudas como de libros la mochila de un niño su primer día de clase. Me preguntaba si no estría haciendo el idiota, porque para poder volver al lugar en el que transcurrieron los veranos de mi infancia y adolescencia, me había inventado una excusa tan peregrina en el trabajo que la voz de mi jefe se había cubierto de sospechas y desconfianzas. Me estaba jugando el puesto que tanto me había costado conseguir y lo hacía por un simple sueño.Porque esa noche había soñado con la Casa del Árbol y con mi abuela Flor, y ella me había rogado que regresara.