Una visita inesperada puede ser molesta. Más si es un pingüino quien irrumpe en una noche de invierno y se instala en casa sin pedir permiso, quebrantando la paz familiar. Su comportamiento deja mucho que desear: sus gritos no dejan dormir, su apetito lo lleva a devorar los platos y, en definitiva, su afán destructor pone la casa patas arriba. A pesar de que el huésped se convierte en un verdadero incordio, a la familia le resulta imposible librarse de él. Página a página los agravios van a más y con ello aumenta nuestra diversión. A pesar de que de que no es habitual encontrar el sarcasmo en la literatura infantil, el pequeño lector suele disfrutar de su poder trastocador, del sutil escándalo que provoca la risa y del hiato que abre con el discurso ejemplarizante y sus «buenas intenciones», tan habituales en las obras destinadas a los pequeños. La idea de que el pequeño lector no entiende el doble sentido inherente a estas obras es equivocada. Antes bien, lecturas como éstas pueden fomentar la reflexión sobre lo leído, la conversación y el placer lector.
Una visita inesperada puede ser molesta. Más si es un pingüino quien irrumpe en una noche de invierno y se instala en casa sin pedir permiso, quebrantando la paz familiar. Su comportamiento deja mucho que desear: sus gritos no dejan dormir, su apetito lo lleva a devorar los platos y, en definitiva, su afán destructor pone la casa patas arriba. A pesar de que el huésped se convierte en un verdadero incordio, a la familia le resulta imposible librarse de él. Página a página los agravios van a más y con ello... Seguir leyendo
El huésped dudoso
Al sonar el timbre aquella noche de invierno furiosa,
a nadie esperaban y en la puerta no había ninguna cosa.
Pronto pasaron un buen susto a esa hora taciturna
al ver que algo raro había trepado a una urna.
De repente aquello saltó y entró como una bala,
y no paró hasta apoyar la nariz en la pared de la sala.
Parecía sordo a lo que ellos decían, ajeno a su melodrama,
así que dejaron de gritar y se fueron todos a la cama...