Alerta Bécquer
En plena madrugada, tras retirar la lápida y enfrentarse a un puñado de huesos y una calavera, Eduardo rememoró el día en que había conocido a Dafne y aquellos ojos suyos que fundían el hielo. Sólo el recuerdo de aquellas pupilas azules le permitió enfrentarse con determinación a las cuencas vacías de aquel cráneo que, a la luz de la linterna, no mostraba ningún rastro reconocible de haber sido el de unos de los hombres más apasionados y románticos del siglo XIX, el poeta Gustavo Adolfo Bécquer.