El protagonista de la historia nos habla, desde el recuerdo, del jardín que fue testigo de muchos de sus juegos de infancia: las imágenes de la memoria dibujan un lugar donde conviven hormigas, charcos que son océanos y el esqueleto de un Carniptyrodicus, un lugar para esconder tesoros, columpiarse hasta lo más alto, jugar a la pelota con el padre… Un poema a la niñez en el que se narran pequeñas aventuras y se destilan grandes emociones.
El protagonista de la historia nos habla, desde el recuerdo, del jardín que fue testigo de muchos de sus juegos de infancia: las imágenes de la memoria dibujan un lugar donde conviven hormigas, charcos que son océanos y el esqueleto de un Carniptyrodicus, un lugar para esconder tesoros, columpiarse hasta lo más alto, jugar a la pelota con el padre… Un poema a la niñez en el que se narran pequeñas aventuras y se destilan grandes emociones.
Mi jardín
Mi jardín.
Un árbol en el centro. Un árbol de hojas y de pájaros donde descansa el viento cuando ya ha corrido demasiado detrás de las nubes. «Siempre-más-alto», mi columpio. Y, un metro bajo tierra, escondida en una raíz serpenteante, mi caja de tesoros.