Un cadáver en el desierto
Hay problemas que nunca ves venir, como esas tormentas eléctricas que empiezan de la nada. Un día el cielo es azul y distante y de repente se oscurece y se llena de nubes que se ciernen sobre ti. Las hojas se tornan plateadas y revolotean en el viento, el aire comienza a silbar y llega la lluvia, con tanta fuerza y tan rápido que apenas puedes ver. Casi nunca consigues llegar a tiempo a casa.
Eso es lo que ocurrió la noche que atravesamos Nuevo México. Había hecho sol todo el día y en el coche hacía demasiado calor. Yo estaba pegajosa del sudor, harta del asiento de atrás y de que Kit manipulara constantemente el aire acondicionado...