El ángel de piedra de la casona vieja y deshabitada está cansado de que un niño le lance bolas de nieve. Por eso, un día, para asombro de todos los habitantes del pueblo, desaparece. Niños, adultos, personas mayores, e incluso enfermos, inician su búsqueda. Historia, con una pequeña dosis de misterio, que muestra a los lectores la importancia de respetar y cuidar el patrimonio de su pueblo o ciudad. Cada secuencia, ilustrada con un solo tono, relaciona la intensidad del color con lo que sucede en cada momento.
El ángel de piedra de la casona vieja y deshabitada está cansado de que un niño le lance bolas de nieve. Por eso, un día, para asombro de todos los habitantes del pueblo, desaparece. Niños, adultos, personas mayores, e incluso enfermos, inician su búsqueda. Historia, con una pequeña dosis de misterio, que muestra a los lectores la importancia de respetar y cuidar el patrimonio de su pueblo o ciudad. Cada secuencia, ilustrada con un solo tono, relaciona la intensidad del color con lo que sucede en cada momento.
Un ángel travieso
En la fachada de aquella casona vieja y deshabitada, entre los dos balcones de la primera planta, había un ángel de piedra. Era un poco regordete y parecía feliz en su desnudez, como si estuviera a punto de desplegar sus alas para echarse a volar.Los días que nevaba, cuando Alejandro iba al colegio, al pasar por delante de la casona hacía bolas con la nieve y se las tiraba al ángel.