Recién expulsado del colegio, Holden emprende el camino de vuelta a casa. Pasa un par de días vagabundeando por la ciudad y mientras camina, una tormenta de pensamientos le estalla en la cabeza: analiza su vida y tiene claro en lo que no quiere que se convierta; recorre sus obsesiones, sus fantasmas... Este clásico de la literatura para adolescentes recoge los sentimientos contradictorios de alguien que crece y quiere seguir manteniendo la ingenuidad y los buenos sentimientos. A Holden le aterra hacerse adulto y participar en la enorme farsa que eso supone. Su objetivo en la vida es sencillo: quiere cuidar de los niños que juegan entre el centeno, aquellos que saben que al final hay un precipicio. Y eso quiere también que hagan con él, porque se siente perdido y confuso, al borde de un abismo.
El relato está construido mediante un monólogo interior del protagonista y diálogos sabiamente estructurados. Reedición definitiva de un clásico del siglo XX que sigue generando miles de adeptos.
Recién expulsado del colegio, Holden emprende el camino de vuelta a casa. Pasa un par de días vagabundeando por la ciudad y mientras camina, una tormenta de pensamientos le estalla en la cabeza: analiza su vida y tiene claro en lo que no quiere que se convierta; recorre sus obsesiones, sus fantasmas... Este clásico de la literatura para adolescentes recoge los sentimientos contradictorios de alguien que crece y quiere seguir manteniendo la ingenuidad y los buenos sentimientos. A Holden le aterra hacerse adulto y participar en la enorme farsa que eso supone.... Seguir leyendo
El guardián entre el centeno
Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane.