El pequeño Roco se siente frustrado. Todos sus amigos poseen algún trofeo importante, hasta su hermanita Sara tiene más premios que él. Por eso, cuando en el barrio convocan el concurso de piruetas de perros, se dedica a entrenar a su mascota con el afán de resultar ganador. Pero aunque pone todo su empeño en la tarea, comprobará pronto que tratar de enseñar a leer a Goofy es un reto excesivamente complicado. La única opción que le queda es recurrir a las trampas…
El pequeño Roco se siente frustrado. Todos sus amigos poseen algún trofeo importante, hasta su hermanita Sara tiene más premios que él. Por eso, cuando en el barrio convocan el concurso de piruetas de perros, se dedica a entrenar a su mascota con el afán de resultar ganador. Pero aunque pone todo su empeño en la tarea, comprobará pronto que tratar de enseñar a leer a Goofy es un reto excesivamente complicado. La única opción que le queda es recurrir a las trampas…
Nunca cambiaré un regalo de la abuela por un perro
- Roco -dijo Emma-. Me encanta Goofy, pero cuando le dices “¡Busca!”, se sienta.
- Y cuando le dices “sit”, se tumba -añadió Gus.
- ¡Goofy es capaz de aprender cualquier cosa! -exclamé-. ¡Podría ganar ese concurso de piruetas de perro, si él quisiera!