Excelente volumen de cuentos de un escritor de la generación del 38 prácticamente inédito en Chile. La obra de José Edwards puede ser asimilada de modo crítico a través de dos prismas literarios: primero, la obra de Franz Kafka, quien descubrió para el siglo XX el modo narrativo de la parábola angustiada, carente de sentidos últimos, en tanto vehículo privilegiado para la expresión de la experiencia moderna (los textos de Edwards, breves y certeros, inevitablemente generan una serie de relapsos kafkianos). Y segundo, la obra de Juan Emar, quien al igual que Edwards logra emparentar el absurdo con múltiples preguntas de orden escatológico. Seguramente los jóvenes se verán reflejados en muchos de los relatos de Edwards, que insisten en volver una y otra vez sobre las preguntas últimas de la vida.
Excelente volumen de cuentos de un escritor de la generación del 38 prácticamente inédito en Chile. La obra de José Edwards puede ser asimilada de modo crítico a través de dos prismas literarios: primero, la obra de Franz Kafka, quien descubrió para el siglo XX el modo narrativo de la parábola angustiada, carente de sentidos últimos, en tanto vehículo privilegiado para la expresión de la experiencia moderna (los textos de Edwards, breves y certeros, inevitablemente generan una serie de relapsos... Seguir leyendo
La imposible ruptura del señor espejo y otros cuentos
Un día cualquiera, a una hora imprevista, el arquitecto N recibió una visita para la cual no estaba, ciertamente, preparado. Se trataba de un señor moderadamente gordo, de cuello corto y cabellos grises, premunido de una inquietante mirada entre angelical y vidriosa, a la vez paternal y transparente como la mirada de un inmenso regalo o juguete de pascua.
Después de sentarse cómodamente, sacó de su cartera una inmaculada tarjeta que le obsequió sin mayores comentarios; la tarjeta decía así:
M. BENEFACTUS
-Tal vez no le diga a usted nada –observó modestamente-. Yo soy un simple ciudadano que desea construirse una casa, o tal vez algo más que una casa: una mansión, o, si la palabra no le repugna demasiado, un palacio.