Apasionado de la danza, Edward Gorey acometió en los años sesenta un hermoso homenaje ilustrado a esta disciplina, cargado de referencias evocadoras de los años dorados en los que los grandes creadores y coreógrafos de origen ruso triunfaban en todo el mundo. Tratándose de uno de los maestros gráficos que hizo de la revelación del sinsentido cotidiano marca de autoría, cabía esperar una muy particular celebración de la danza. La vida de sacrificio de quienes dedican su tiempo a la expresión de la belleza a través del dominio del cuerpo, aparece retratada como una sucesión de pequeñas miserias entre las que refulge -al menos en el caso de Maudie Splaytoe, protagonista de esta historia- el brillo de la gloria. Pero ni siquiera ese dorado destello ahuyenta el vacío del absurdo de vivir. Tras una existencia de soledad y fiestas decadentes, dedicada con pasión y entrega al ballet, Maudie desaparece...
Apasionado de la danza, Edward Gorey acometió en los años sesenta un hermoso homenaje ilustrado a esta disciplina, cargado de referencias evocadoras de los años dorados en los que los grandes creadores y coreógrafos de origen ruso triunfaban en todo el mundo. Tratándose de uno de los maestros gráficos que hizo de la revelación del sinsentido cotidiano marca de autoría, cabía esperar una muy particular celebración de la danza. La vida de sacrificio de quienes dedican su tiempo a la... Seguir leyendo
El murciélago dorado
Maudie tenía solo cinco años cuando Madame Trepidovska la descubrió mirando un pájaro muerto.
Madame, en una época assoluta en el Maryinski, informó a los Splaytoe de que la niña sería discípula suya.
Empezaron largos años de estudio en su escuela de ballet, encima de una hilera de tiendas.
Maudie se presentó por primera vez ante el público como gorrión en Bain d' oiseaux, ideado por Madame para mostrar las aptitudes de su alumna.
Su vida era bastante monótona...