Tras una profunda crisis personal, el señor Lessmore redescubre la grata e infinita compañía que le puede proporcionar la lectura, bálsamo para su dolor y entretenimiento para su espíritu. Se entrega con entusiasmo a los libros y a la transmisión del gusto por ellos, mientras va escribiendo, pausadamente, una suerte de diario, el libro de su vida. Tierno homenaje al lector que todos llevamos dentro -al menos en potencia- y delicada -si bien asequible- metáfora de cómo las mismas pasiones que nos ayudan a vivir pueden ocultar carencias y miedos; así, la pasión literaria ejerce una función terapéutica en el espíritu de Lessmore, pero también propicia su soledad y aislamiento, como si deseara solo vivir en los libros y rechazara la acción, los problemas y los vínculos emocionales que comporta la prosaica vida cotidiana. Las magníficas ilustraciones reproducen la estética norteamericana de mediados de siglo y, con sus cálidas tonalidades ocre, redundan en la atmósfera de melancolía que parece rodear al protagonista, un personaje tan solitario como entrañable.
Tras una profunda crisis personal, el señor Lessmore redescubre la grata e infinita compañía que le puede proporcionar la lectura, bálsamo para su dolor y entretenimiento para su espíritu. Se entrega con entusiasmo a los libros y a la transmisión del gusto por ellos, mientras va escribiendo, pausadamente, una suerte de diario, el libro de su vida. Tierno homenaje al lector que todos llevamos dentro -al menos en potencia- y delicada -si bien asequible- metáfora de cómo las mismas pasiones que nos ayudan a vivir pueden ocultar... Seguir leyendo
Los fantásticos libros voladores del sr. Morris Lessmore
Morris Lessmore amaba las palabras. Amaba las historias. Amaba los libros. Su vida era un libro que él mismo escribía, metódicamente, página tras página. Lo abría cada mañana y escribía sobre sus penas, alegrías y todo lo que sabía y anhelaba.
Pero toda historia tiene sus altibajos. Un día el cielo se oscureció. El viento sopló y sopló... hasta que todo lo que Morris alguna vez había conocido quedó revuelto. Incluso las palabras de su libro.
No supo qué hacer ni hacia dónde dirigirse. Así que empezó a caminar y caminar, sin rumbo fijo...