El Premio Josep M. Folch i Torres 2014 recoge una historia real, llevada incluso a la gran pantalla, que emocionó a la sociedad japonesa. La serenidad que se respira en la familia del profesor Eisaburo Ueno se rompe de forma inesperada. Sin embargo, Hachiko, el cachorro akita que creció junto al maestro, Yaeko y su hija Chizuko, se niega a aceptar la realidad. Los vecinos de la estación de ferrocarril en Tokyo asisten impresionados a un hecho inaudito, que aún hoy, sigue despertando interés.
Una emocionante historia de fidelidad ciega ilustrada con bellas y sutiles litografías, inspiradas en técnicas niponas, que ayudan a sumergirnos en el barrio de Shibuya durante la primera mitad del siglo XX.
El Premio Josep M. Folch i Torres 2014 recoge una historia real, llevada incluso a la gran pantalla, que emocionó a la sociedad japonesa. La serenidad que se respira en la familia del profesor Eisaburo Ueno se rompe de forma inesperada. Sin embargo, Hachiko, el cachorro akita que creció junto al maestro, Yaeko y su hija Chizuko, se niega a aceptar la realidad. Los vecinos de la estación de ferrocarril en Tokyo asisten impresionados a un hecho inaudito, que aún hoy, sigue despertando interés.
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Hachiko. El perro que esperaba
Un viejo ferrocarril silbó perezosamente anunciando que salía de la estación de Shibuya hacia el sur. Segundos más tarde, el penacho de humo de su chimenea inundó toda la barriada, ensuciando el azul purísimo del cielo de Tokio. En ese mismo momento, como hacía cada mañana, el profesor Eisaburu Ueno abrió la ventana de la cocina que daba al río y sus labios se curvaron complacidos al ver que los almendros sonreían y el sol doraba sus primeros brotes.
"Será una primavera como pocas", se dijo mientras ponía a hervir la tetera.