Los perros de la Mórrígan
Elevándose en el aire, enderezaron disparadas hacia el cielo. Desde el oeste y más allá del oeste, contra el viento y a través de él, se cruzaron con incontables lunas y soles. Rió una de ellas, y se echó brevemente un pañuelo de gotas de lluvia en el pelo; luego, con pies perversos, pateó una nube haciendo que la lluvia hundiera una barca.