Anatoly es un niño ucraniano que sufre las consecuencias del accidente nuclear de Chernóbil. Es huérfano y vive con un tío suyo. Viaja a España en lo que será su segundo verano con una familia de acogida en Huesca. Está muy ilusionado y con muchas ganas de verlos a todos, pero este año no podrá ser como el anterior, cuando fueron a la playa. El padre se ha quedado en paro y el abuelo Antonio piensa en una alternativa: puede ser una bonita oportunidad para conocer la ruta de los espíritus errantes por la provincia oscense. El abuelo, los dos nietos y Anatoly emprenden un recorrido por distintas localidades en las que existen leyendas de fantasmas, gigantes y otros seres... Los niños tienen una misión: encontrar una letra escondida en cada uno de los lugares para juntarlas y formar una palabra. Hay pistas y hasta un premio. El autor nos adentra en la aventura poco a poco, al mismo tiempo que en la vida cotidiana de la familia, con sus problemas, alegrías y pensamientos. Se percibe el cariño y respeto hacia Anatoly y de este hacia la familia. El libro concluye en pleno viaje, casi con el anuncio de una segunda publicación donde el autor, suponemos, continuará el periplo emprendido y nos dirá qué pasa con su nieta Gabriela.
Anatoly es un niño ucraniano que sufre las consecuencias del accidente nuclear de Chernóbil. Es huérfano y vive con un tío suyo. Viaja a España en lo que será su segundo verano con una familia de acogida en Huesca. Está muy ilusionado y con muchas ganas de verlos a todos, pero este año no podrá ser como el anterior, cuando fueron a la playa. El padre se ha quedado en paro y el abuelo Antonio piensa en una alternativa: puede ser una bonita oportunidad para conocer la ruta de los espíritus errantes por la provincia... Seguir leyendo
Anatoly y la ruta de los espíritus errantes
¡A volar!
Anatoly no se lo podía creer. Estaba alucinando. Un año entero esperando aquel momento. Una cruz marcando cada día del calendario en una cuenta atrás inacabable. Octubre, noviembre, diciembre... Venga, ánimo. Ya falta menos para el verano. Resiste. No te vuelvas loco.
Y ahora esto.
Día tras día soñando con aquel día, dormido y despierto. Imaginándoselo: sus pies despegando del suelo con una sacudida. La emoción del vértigo en la cabeza. De la velocidad en el pecho y en el estómago. Su cuerpo elevándose rápidamente hasta alcanzar los 30000 pies de altura.