Gid, el niño protagonista, relata su vida y sobre todo su preocupación con las clases de natación, en formato diario. El autor sitúa la acción en Holanda en 1994 y explica que allí era obligatorio tener unos diplomas de este deporte. Así, podremos entender todo lo que vive el protagonista y cómo lo siente. El libro está impreso en tinta azul, algo que ayuda a meternos de lleno en el agua, sentir la angustia del chico y ver cómo se las arregla para saltarse las clases con excusas muy ingeniosas. Gid está convencido que su salvavidas es un señor que ve en una plaza que da de comer a las palomas, pues piensa que le trae suerte. La sorpresa vendrá en el tramo final, cuando presiente que todo está perdido. Gideon Samson sabe transmitir los sentimientos del niño con humor y sin caer en lo burlesco, además de expresar de forma implícita lo importante que es el cariño y el sentirse querido. Las ilustraciones que encabezan los capítulos son siempre del niño en la piscina y ahondan en la narración. Una historia tierna, amena y divertida.
Gid, el niño protagonista, relata su vida y sobre todo su preocupación con las clases de natación, en formato diario. El autor sitúa la acción en Holanda en 1994 y explica que allí era obligatorio tener unos diplomas de este deporte. Así, podremos entender todo lo que vive el protagonista y cómo lo siente. El libro está impreso en tinta azul, algo que ayuda a meternos de lleno en el agua, sentir la angustia del chico y ver cómo se las arregla para saltarse las clases con excusas muy... Seguir leyendo
Mis trucos para sobrevivir a la clase de natación
Antes de nada...
Esta historia empieza a finales de verano de 1994 y el escenario de los hechos es Holanda. «Pues muy bien», dirás tú. O a lo mejor estás pensando: «¿Y a mí qué me importa?». Sin embargo, se trata de dos datos muy importantes, porque sin esa información podría ser que no entendieras nada.
Aquel verano la Tierra era tan redonda como ahora y la cocacola estaba mucho más rica fría, exactamente igual que ahora. eso no ha cambiado.
Y aquel verano, los holandeses jugaban al futbolardo con el mismo entusiasmo que hoy en día. «Espera, espera... ¿qué has dicho? ¿El futbolqué?». Ah, claro, esto tengo que explicarlo. El futbolardo es un juego muy popular en los colegios holandeses. es una especie de fútbol en el que juegan todos contra todos.