Como sugiere su nombre, Antón Retaco es un niño muy bajito que pertenece a una familia de titiriteros. Con sus padres, el tío Badajo –su padrino- y unos animales, va recorriendo los pueblos de Castilla divirtiendo a los vecinos. Al pequeño le encanta la vida aventurera y su trabajo como duende en el pequeño circo familiar. El problema surge cuando su madre, que espera un niño, decide quedarse a vivir en Villavieja y nuestro protagonista empieza a echar de menos su existencia libre y bohemia, siempre en trayecto por los caminos sin asfaltar. A modo de memorias, Antón Retaco relata sus vivencias como hijo de una familia de titiriteros ambulantes en la España de la década de 1960. A través de la mirada infantil e ingenua se va revelando su amor a la vida nómada y al trabajo en el circo, además de sus impresiones sobre las cosas que va descubriendo a lo largo de su crecimiento. Un mundo a veces incomprensible, porque advierte poco a poco la pobreza, la discriminación y la tristeza en la que vive sumida la mayor parte de la gente. Prosa poética y cargada de buenos sentimientos, con un lenguaje lleno de lirismo y humor, que han convertido esta obra en un clásico contemporáneo, ahora disponible en edición digital y con un proyecto complementario de lectura.
Como sugiere su nombre, Antón Retaco es un niño muy bajito que pertenece a una familia de titiriteros. Con sus padres, el tío Badajo –su padrino- y unos animales, va recorriendo los pueblos de Castilla divirtiendo a los vecinos. Al pequeño le encanta la vida aventurera y su trabajo como duende en el pequeño circo familiar. El problema surge cuando su madre, que espera un niño, decide quedarse a vivir en Villavieja y nuestro protagonista empieza a echar de menos su existencia libre y bohemia, siempre en trayecto por los caminos sin... Seguir leyendo
Antón Retaco
Ahora que ya he aprendido a leer y a escribir, quiero contar mi historia, para consuelo de los que son pequeños, como yo.
Me pusieron de nombre Antón Retaco, y con Retaco me he quedado, aunque a mi padre le llamaban Plácido Recio y a mi madre Doña Margarita Gorgojo.
Pero no me parece bien hablar, así de sopetón, de mí ni de ellos; yo creo que una historia hay que empezarla como es debido, por el verdadero principio.