Pocas son las obras que hablan sin tapujos a los niños de la muerte. Raschke, con la ayuda de las dulces imágenes creadas por Rassmus, aborda el fallecimiento del hermano de Jette con naturalidad, sorteando con delicadeza el profundo dolor que pesa sobre la familia para esbozar respuestas y explicaciones cargadas de sentido común y sinceridad. El peso del recuerdo, las nuevas ilusiones que deben brotar, las horas de sufrimiento –más llevaderas cuando se pasan en la compañía de la gente que más queremos-; las dudas sobre el lugar exacto al que Emil ha viajado… Las palabras están escogidas con sabiduría, aunque, inevitablemente, el tono de la historia está cubierto de tristeza y deja una profunda herida en los sentimientos del lector, la misma que debe cicatrizar la pequeña Jette para seguir creciendo y sonreir al mundo cada día.
Pocas son las obras que hablan sin tapujos a los niños de la muerte. Raschke, con la ayuda de las dulces imágenes creadas por Rassmus, aborda el fallecimiento del hermano de Jette con naturalidad, sorteando con delicadeza el profundo dolor que pesa sobre la familia para esbozar respuestas y explicaciones cargadas de sentido común y sinceridad. El peso del recuerdo, las nuevas ilusiones que deben brotar, las horas de sufrimiento –más llevaderas cuando se pasan en la compañía de la gente que más queremos-; las dudas sobre el lugar... Seguir leyendo
¿Duermen los peces?
El lunes pasado fue mi cumpleaños.
El lunes cumplí diez años.
Diez.
Eso es un uno con un cero después.
- Ahora tienes dos números, Jette. ¡Felicidades! -dijo papá.
Es una sensación chistosa tener dos números. Hay gente que incluso alcanza los tres números.