Quienes aún no posean las llaves para acceder al mundo mágico de la lectura descubrirán un texto ilegible en las guardas que permiten la entrada al relato. En él descubrimos un pato que se encuentra con un libro. Este, a diferencia de lo conocido hasta ahora, no posee imágenes. Despreciado por el protagonista ante su escaso atractivo, pronto descubrirá que esa colección de palabras posee un valor incalculable que abre el camino a miles de mundos imaginarios y reales, a nuevos amigos, sentimientos e inquietudes que, si lo deseamos, se quedarán a vivir junto a nosotros para toda la vida. Un inteligente relato sobre el aprendizaje lector que ayuda a apreciar el verdadero tesoro que supone el disfrute de una buena historia. Si hemos dado los pasos correctos podremos saborear aquel comienzo difuso, pero ya con todo el sentido, en el epílogo del álbum. Tanto el texto como la ilustración corren a cargo del artista italiano Ruzzier, que sigue el mismo patrón gráfico utilizado con anterioridad en Dos ratones o ¡He perdido mis calcetines!, en este último caso también protagonizado por el mismo palmípedo despistado.
Quienes aún no posean las llaves para acceder al mundo mágico de la lectura descubrirán un texto ilegible en las guardas que permiten la entrada al relato. En él descubrimos un pato que se encuentra con un libro. Este, a diferencia de lo conocido hasta ahora, no posee imágenes. Despreciado por el protagonista ante su escaso atractivo, pronto descubrirá que esa colección de palabras posee un valor incalculable que abre el camino a miles de mundos imaginarios y reales, a nuevos amigos, sentimientos e inquietudes... Seguir leyendo
¡Qué libro más tonto!
¡Anda!
¡Un libro!
Mmm...
¿En este libro
no hay imágenes?
¿Dónde están los dibujos?
¡Qué libro más tonto!