Alabada por autoras de reconocido prestigio entre los lectores juveniles, como Leigh Bardugo o Cassandra Clare, esta ex librera norteamericana ha sorprendido a crítica y público con la hexalogía que da comienzo en El Ladrón, consiguiendo que la plataforma Disney+ adquiera los derechos para su próxima adaptación al formato audiovisual (y previsiblemente un crecimiento exponencial de su ya consolidado éxito). Con clara inspiración en la mitología grecorromana, presenta las andanzas de Gen (Eugenides), un ladrón que tiene la oportunidad de recobrar la libertad perdida y el prestigio a cambio de participar en el "golpe definitivo", muy distinto de las acciones en las que ha tomado parte con anterioridad. Este reto sirve como pretexto para presentar numerosas alusiones a mitos y leyendas, cuentos propios de la cultura grecolatina aderezados con numerosos y sorpresivos giros de timón en la trama que generan gran adicción. La idea nace de un texto anterior que obtuvo el Premio Newbery. No satisfecha con el resultado final, ha trabajado durante 20 años para recuperar los fragmentos recortados en el proceso de corrección, el resultado es una obra magna de la fantasía épica que aspira a convertirse en clásico contemporáneo del género. Los lugares que sirvieron como inspiración para esta historia aparecen relatados en "Un viaje a Micenas", el texto que la autora ha incluído antes del dramatis personae final.
Alabada por autoras de reconocido prestigio entre los lectores juveniles, como Leigh Bardugo o Cassandra Clare, esta ex librera norteamericana ha sorprendido a crítica y público con la hexalogía que da comienzo en El Ladrón, consiguiendo que la plataforma Disney+ adquiera los derechos para su próxima adaptación al formato audiovisual (y previsiblemente un crecimiento exponencial de su ya consolidado éxito). Con clara inspiración en la mitología grecorromana, presenta las andanzas de Gen... Seguir leyendo
EL LADRÓN
No sabía cuanto tiempo llevaba en la prisión del rey. Los días eran todos iguales, excepto que por cada uno que pasaba, estaba más sucio que el día anterior. Cada mañana, la luz de la celda cambiaba del titilante naranja del farol en el aploque que había fuera de mi puerta al tenue pero estable brillo del sol que caía sobre el patio central de la prisión. Por las tardes, a medida que se difuminaba la luz del sol, me consolaba con que estaba un día más cerca de salir por ahí.