Para Pascualina, igual que para el resto de murciélagos, la llegada del día no es el mejor momento. Además es hora de empezar el colegio, o al menos esa es la idea de sus padres porque ella, en realidad, tiene claro que no irá bajo ningún concepto. A pesar de las promesas de pasarlo bien y de ver como desfilan los otros animales de su misma edad hacia la escuela, resiste con genio. Pero un hecho insólito puede ayudar a dar el paso decisivo para vivir una jornada muy especial. Esbozos de surrealismo, contrastes entre las atmósferas oscuras a las que asociamos la vida de los quirópteros, con otras luminosas, para representar la vida cotidiana fuera de su refugio, todo ello a través de una técnica que prima lo manual sobre lo digital, confieren a cada escena un aroma único, como siempre ocurre en cada nuevo trabajo de la excelente ilustradora italiana, afincada en Francia, que recoge en su paleta influencias de múltiples procedencias, desde los pintores clásicos a los vanguardistas, pasando por las atmósferas brumosas propias de clásicos del terror, como Nosferatu de Murnau.
Para Pascualina, igual que para el resto de murciélagos, la llegada del día no es el mejor momento. Además es hora de empezar el colegio, o al menos esa es la idea de sus padres porque ella, en realidad, tiene claro que no irá bajo ningún concepto. A pesar de las promesas de pasarlo bien y de ver como desfilan los otros animales de su misma edad hacia la escuela, resiste con genio. Pero un hecho insólito puede ayudar a dar el paso decisivo para vivir una jornada muy especial. Esbozos de surrealismo, contrastes entre... Seguir leyendo
¡Ni en sueños!
Se levanta el día en casa de Pascualina.
Aquí está su casa-árbol.
Y aquí está Pascualina.
Tres años, las alas peludas y las ideas muy claras:
escuela, no. Ni en sueños.
Sus papás la llaman:
- ¡Es el gran día!
Nonononó. No piensa ir a la escuela. Ni en sueños.
Todos sus juguetes están de acuerdo.