Uno de los grandes males de las sociedades contemporáneas es la soledad. Cuando es no deseada incide negativamente en la vida de las personas llegando a provocar situaciones de riesgo, deterioro cognitivo y diferentes problemas de salud. En las ciudades y en los pueblos, la falta de empatía, de estímulos y de congéneres con las mismas aficiones o intereses generan esta dolencia, digamos, del alma, incluso en individuos que tienen un grupo estable de convivencia. El pequeño protagonista de esta cautivadora historia apela a la imaginación y la observación detallada de los pequeños placeres de la vida para salir de esas situaciones oscuras y afrontar el día a día con optimismo. La evolución hacia el lado positivo del mensaje que transmite el texto se aprecia también en las ilustraciones de la artista vasca, que van de lo tenue a los colores vivos, siempre caracterizadas por personajes y escenarios brumosos y genuinos, en la línea de anteriores proyectos como La carta o Nina y Kike se aburren, y que homenajean el trazo imaginativo y libre de los dibujos infantiles.
Uno de los grandes males de las sociedades contemporáneas es la soledad. Cuando es no deseada incide negativamente en la vida de las personas llegando a provocar situaciones de riesgo, deterioro cognitivo y diferentes problemas de salud. En las ciudades y en los pueblos, la falta de empatía, de estímulos y de congéneres con las mismas aficiones o intereses generan esta dolencia, digamos, del alma, incluso en individuos que tienen un grupo estable de convivencia. El pequeño protagonista de esta... Seguir leyendo
¡MIRA, MAMÁ!
La madre de Unai se siente sola.
Y Jon Bernat, el tío
de Unai, aunque siempre
haga bromas, también se siente solo.
Y Josune, la vecina de Unai, aunque escucha la música muy fuerte,
también se siente sola.