Cuando Adela peló y comió el plátano, lanzó la cáscara a la basura y siguió jugando pero nunca imaginó lo que iba a suceder después. Como hemos visto tantas veces en el cine mudo, esa piel resbaladiza puede ser origen de múltiples y aparatosas desgracias, algo que certifica Alicia Acosta a través de una trama de estructura encadenada y basada en una sucesión de gags y accidentes. Sirve como pretexto para conocer a diferentes personajes y, especialmente, disfrutar de las detallistas panorámicas urbanas que Lorenzo Sangió ha configurado en torno a esos resbalones. En ellas descubrimos la cosmogonía del barrio: pequeñas tiendas, vecinos preocupados unos por otros, niños que juegan en la calle y la fascinante amalgama de culturas en la que se han convertido las urbes del XXI. La historia termina con la aparición de la abuela Mercedes, única capaz de revertir el proceso y devolver a la "protagonista" a su ciclo previsto, momento en el que conocemos los pensamientos de ese insólito personaje.
Cuando Adela peló y comió el plátano, lanzó la cáscara a la basura y siguió jugando pero nunca imaginó lo que iba a suceder después. Como hemos visto tantas veces en el cine mudo, esa piel resbaladiza puede ser origen de múltiples y aparatosas desgracias, algo que certifica Alicia Acosta a través de una trama de estructura encadenada y basada en una sucesión... Seguir leyendo
La desastrosa aventura de una cáscara de plátano
La pequeña Adela cogió el plátano más maduro del racimo, le gustaban más los dulces, y dejó el resto en la bolsa.
Lo peló y se lo comió. Luego lanzó la cáscara a la basura y siguió jugando, pero...