Todo el que sea padre lo sabe muy bien. Ejercer esta condición implica tener una condición física aceptable o disfrutar sin rechistar de esfuerzos que, en cualquier otro caso, posiblemente no tendríamos capacidad para afrontar. Antes de que salga el sol el pequeño protagonista de esta historia ya se encuentra despierto y deseoso de que su padre participe en los variados juegos que quiere desarrollar a lo largo del día. Su agenda de diversiones es intensa, pero aguanta el tipo a duras penas. Y cuando por fin llega el momento de descansar (a base de café y alguna parada de "supervivencia"); ¿qué creéis que ocurrirá? El autor, que siempre sabe sacar punta al humor para describir situaciones cotidianas con los hijos, como ya demostró por ejemplo en ¡Es mi sopa!; construye la historia en viñetas sin enmarcar y diálogos con bocadillos, por tanto consideramos la propuesta un cómic para primeros lectores, que sigue los parámetros que caracterizan su estilo: dibujos caricaturescos de grandes dimensiones, dispuestos a página completa y, en este caso, con personajes antropomórficos que se mueven en entornos bien conocidos por los pequeños. La edición es adecuada a los prelectores, con papel grueso, resistente a esos vasos de agua que a veces caen por casualidad, y puntas redondeadas para evitar posibles accidentes domésticos en su manipulación.
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Todo el que sea padre lo sabe muy bien. Ejercer esta condición implica tener una condición física aceptable o disfrutar sin rechistar de esfuerzos que, en cualquier otro caso, posiblemente no tendríamos capacidad para afrontar. Antes de que salga el sol el pequeño protagonista de esta historia ya se encuentra despierto y deseoso de que su padre participe en los variados juegos que quiere desarrollar a lo largo del día. Su agenda de diversiones es intensa, pero aguanta el tipo a duras penas. Y cuando por fin llega el... Seguir leyendo