Érase una vez un rey de un diminuto territorio que era capaz de reír con todas las letras excepto con la U. Hecho que, aunque no lo creáis, le había sumido en la tristeza. Para paliar esa situación, sus siete "fieles" consejeros (de castigos, de hacienda, de paz, de guerras, de gracias, de halagos y de mantenimientos); tienen una idea "genial": seguir idéntica fórmula que los cientos y cientos de cuentos tradicionales que han optado por resolver cualquier problema llamando a variados expertos a cambio de una recompensa. Las propuestas, que llegan a palacio por parte de bufones, científicos y variopintos personajes, no obtienen los réditos esperados. Tras desfilar ante el monarca y exponer distintas clases de artes, trucos y estratagemas, el equipo se reúne para tomar una determinación. Tomando como base estructuras propias de las leyendas que han circulado de generación en generación, el texto se presta a su interpretación en una, seguro, divertida sesión de narración oral; en la que los personajes secundarios tienen especial protagonismo (y con los que dibuja, entendemos, cierta crítica social evidente). Como complemento, los autores ofrecen un completo vocabulario paremiológico, con el que los lectores y mediadores pueden conocer diversas citas, reales (Henri Bergson, por ejemplo, publicó en su día un ensayo sobre el significado de la comicidad); e imaginadas sobre el poder y la importancia que tiene la sonrisa en nuestra trayectoria y destino vital (y en el de los personajes). El diseño gráfico de los protagonistas y escenarios ha sido realizado por la artista barcelonesa Neus Caamaño.
Érase una vez un rey de un diminuto territorio que era capaz de reír con todas las letras excepto con la U. Hecho que, aunque no lo creáis, le había sumido en la tristeza. Para paliar esa situación, sus siete "fieles" consejeros (de castigos, de hacienda, de paz, de guerras, de gracias, de halagos y de mantenimientos); tienen una idea "genial": seguir idéntica fórmula que los cientos y cientos de cuentos tradicionales que han optado por resolver cualquier problema llamando a variados... Seguir leyendo
EL REY QUE REÍA Y NO REÍA
Érase una vez un rey que reía y no reía. Este rey, que reinaba en un país apenas más grande que un palacio, tenía necesidad de vencer la tristeza.
Y es que el rey risueño, que, por ejemplo, se partía de risa cuando descubría en la cara de alguno de sus siete perros de compañía una expresión propia de alguno de sus siete consejeros, era incapaz de reír con la u.