El debut en la literatura juvenil del doctor en Física Diego Gutiérrez supone una agradable sorpresa en el panorama editorial. La trama, que bebe de los clásicos y en cuyas costuras encontramos los hilos de narraciones de otro tiempo, entrelaza numerosos arquetipos y secuencias que recuerdan al mejor cine de aventuras con el que crecieron anteriores generaciones, pero tamizado por una narrativa atractiva, dinámica y muy imaginativa que permite atraer a los lectores de hoy hacia géneros cada vez explorados con menos frecuencia. Una pandilla, formada por Hugo, Sarah y Jeff, inmersa en una travesía poblada de secretos y misterios resueltos, parcialmente pues se trata del primer capítulo de una serie, que tiene como punto de partida un viejo caserón, a la orilla del mar, condenado a desaparecer. El autor perfila a los personajes con maestría y evoca sentimientos y emociones universales a esta edad (el libro es para jóvenes, pero en más de un adulto puede despertar múltiples recuerdos) El tablero está compuesto de caracteres misteriosos, como en un juego de mesa, y los lectores somos invitados a recorrer el entramado y los espacios lúgubres de la mansión, a partir de una subasta y unas inesperadas vacaciones, para conocer la historia pirata que sirve como disparador de la trama. Poco a poco el clima enigmático inunda el relato, impulsado con las justas dosis de humor y los datos complementarios que demuestran la verosimilitud de algunas de las ideas expuestas en el libro. Como aderezo extra, destacar el trabajo gráfico de Carlos Soler, que aporta una colección de ilustraciones a plumilla al comienzo de cada capítulo, esbozos de escenas, personajes y detalles elegantes e imaginativos, que entroncan con la tradición estilística de grandes genios en este arte y en otros como la grabación (Doré, Beardsley, Rackham, Clarke..) La obra, trufada de referencias culturales, tiene adn transmedia y ofrece una web exclusiva donde pueden conocerse las conexiones, materiales extra y noticias vinculadas de forma actualizada.

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