El artista vasco Iban Barrenetxea alterna, a lo largo de su carrera, maravillosas versiones ilustradas de textos clásicos (Roald Dahl, Wilhelm & Jacob Grimm, A. Conan Doyle...); con propuestas de gran calado, reconocidas con distintos premios en el ámbito de la literatura infantil, donde toma las riendas del texto y de la parte gráfica, mostrando su versatilidad como creador en la variedad de técnicas y temáticas. Con querencia a las estructuras clásicas, en el cuento que nos ocupa se presenta a un rey mísero y extremadamente tacaño al que le gusta emplear parte de su inmenso tiempo libre visitando la cámara del tesoro del castillo residencial. En una de sus lamentables excursiones descubre que falta una moneda de la colección. Encolerizado, decide castigar cruelmente a lo que el considera la nómina de responsables: el monstruo terrorífico que debía ahuyentar a los intrusos, los caballeros que no supieron vigilar, el laberinto que no funcionó, incluso al propio verdugo que se encarga de aplicar las penas. Decidido a descubrir al culpable último, se encarga personalmente de la caza e incluso del posterior juicio. ¿Quién creéis que es la ingeniosa ladrona? Y, sobre todo, ¿cómo consiguió deshacer las bases de este oscuro reino? Estructurado con los mimbres clásicos de la narrativa medieval, la astucia de la condenada y la seductora cadencia del relato convierten el cuento en una pequeña joya, en la línea de calidad habitual que posee la producción literaria del creador de títulos inolvidables como Andanzas de un flautista llamado Tristrás, Brujarella, El único y verdadero rey del bosque, El cuento del carpintero o Benicio y el Prodigioso Náufrago.
El artista vasco Iban Barrenetxea alterna, a lo largo de su carrera, maravillosas versiones ilustradas de textos clásicos (Roald Dahl, Wilhelm & Jacob Grimm, A. Conan Doyle...); con propuestas de gran calado, reconocidas con distintos premios en el ámbito de la literatura infantil, donde toma las riendas del texto y de la parte gráfica, mostrando su versatilidad como creador en la variedad... Seguir leyendo
LA MUSARAÑA QUE ROBÓ UNA MONTAÑA
Donde conocemos al REY MISÉRRIMO y su muy peculiar CORONA.
Había una vez un rey cuya corona era como la de ningún otro rey.
Su corona no era de oro, no era de plata, no era de bronce, ni de latón...
¡Su corona ni siquiera era de cartón!
La corona del Rey Misérrimo era una corona de papel. Él mismo se la fabricaba cada mañana con el periódico en el que venía envuelta la sardina frita del desayuno.