Daniel Sanmateo, profesor y escritor afincado en México, nos introduce en la vida cotidiana de Nayeli; una joven rebelde y de fuerte personalidad que, cansada de su existencia anodina y llena de "lugares comunes" en el instituto -donde los profesores le han concedido una "última oportunidad" para mejorar su comportamiento-; y espoleada por los continuos enfrentamientos con su madre, encuentra un sendero de evasión cuando frecuenta la compañía de Alejandro. En su moto, lejos de esa realidad que aborrece, siente la brisa de lo que considera libertad en mayúsculas, y reflexiona sobre el rumbo que quiere tomar. ¿Es tan valiente como parece y afrontará las consecuencias de sus vehementes decisiones? Tras una serie de acontecimientos, una confesión frente al director del centro escolar mostrará a los lectores el proceso de redención y transformación que puede iniciarse aun cuando parezca que no existen salidas. Un interesante relato en el que se reflexiona, de forma particular y con un léxico labrado con español americano, sobre intensos sentimientos adolescentes, el dolor, la frustración, las ilusiones y la importancia de las compañías en ese periodo tan importante del crecimiento.
Daniel Sanmateo, profesor y escritor afincado en México, nos introduce en la vida cotidiana de Nayeli; una joven rebelde y de fuerte personalidad que, cansada de su existencia anodina y llena de "lugares comunes" en el instituto -donde los profesores le han concedido una "última oportunidad" para mejorar su comportamiento-; y espoleada por los continuos enfrentamientos con su madre, encuentra un sendero de evasión cuando frecuenta la compañía de Alejandro. En su moto, lejos de esa realidad que aborrece,... Seguir leyendo
Las dalias tristes

En los cuentos de hadas, las princesas siempre son rubias y de mejillas claras, de piel aporcelanada, de ojos grandes y chispeantes, azules como un mar calmo punteado por destellos de luz aquí y allá. Sus largas cabelleras ondulan cuando las peina el viento, olas suaves que les brindan un halo aureolado, como el de una virgen policromada, plácidamente sobre su columna.
En los cuentos de hadas, las princesas siempre son indefensas, pues su mente y su cuerpo solo pueden concentrarse en el amor prometido,