La letra que no tenía trabajo

Hace muchos años, el señor Eme y la señora Ene, de Copenhague, tuvieron una niña encantadora. Era en verdad preciosa. Sólo tenía un pequeño defecto: que no era calva como sus papás. Desde luego llamaba la atención, con aquel mechón tan extraño sobre su linda cabecita. En el colegio le tomaban el pelo. No tenía amigas y sus profesores decían que no progresaba adecuadamente en los estudios.