Seguro que en tu entorno más próximo conoces mujeres tan fuertes y admirables como la protagonista de este relato. Trabajadora sin descanso, pendiente de todos, activa en mil esfuerzos cruciales, era cuestión de tiempo que terminara por cansarse de una exhausta vida multitarea. Para tratar de paliar el cansancio, su espejo acata los deseos y permite que se duplique. Pero lejos de aligerar la existencia, esa división provoca otras muchas mujeres atrapadas, al mismo tiempo, en miles de labores, siempre dispuestas a hacer lo que haga falta. Un día, uno de aquellos esquejes (tal vez el 128), decide entonar un canto, el mensaje esperado para iniciar una revolución necesaria que aúna a todos los personajes nacidos de aquel primer desarme bajo un mismo lema: volver a ser. Aunque el tiempo haya ocultado el nombre de aquella, la historia nos ofrece numerosas y conocidas analogías que han permitido mejorar la vida de muchas otras. El relato, pleno de simbolismo, construido con inteligente y precisa narrativa por Elena Losada (a quien conocemos, principalmente, por su labor como traductora en la LIJ); reivindica la figura femenina con ecos de tiempos oscuros en donde su voz fue silenciada, al mismo tiempo que transmite un mensaje de esperanza y redención. Las ilustraciones, que riman con ese tono metafórico, están dispuestas a página completa y son obra de la artista mexicana Amanda Mijangos, ganadora del VII Catálogo Iberoaméricailustra, fiel al delicado estilo gráfico que siempre imprime a los proyectos en los que participa. 
	Seguro que en tu entorno más próximo conoces mujeres tan fuertes y admirables como la protagonista de este relato. Trabajadora sin descanso, pendiente de todos, activa en mil esfuerzos cruciales, era cuestión de tiempo que terminara por cansarse de una exhausta vida multitarea. Para tratar de paliar el cansancio, su espejo acata los deseos y permite que se duplique. Pero lejos de aligerar la existencia, esa división provoca otras muchas mujeres atrapadas, al mismo tiempo, en miles de labores, siempre dispuestas a hacer lo que haga... Seguir leyendo
 
 La mujer multiplicada (o dividida)

	Vivió en el pueblo una mujer alta y robusta.
	Como era tan fuerte, trabajaba sin descanso:
	cultivaba el huerto, alimentaba a los animales,
	limpiaba la casa y cuidaba de los niños.