Emocionante historia de solidaridad, de auténtica amistad entre dos niños. El relato resulta impactante por la desenfadada y espontánea naturalidad con la que los dos chavales deciden sacrificarse por su amigo. Los adultos podemos sentirnos sonrojados porque el autor viene a abofetear nuestra conciencia, enmarañada en una vertiginosa y agresiva vorágine de competitividad e insolidaridad. Sin pretensiones moralizantes, Kromhout regala a los pequeños lectores una valiosa sesión de educación en valores.
Emocionante historia de solidaridad, de auténtica amistad entre dos niños. El relato resulta impactante por la desenfadada y espontánea naturalidad con la que los dos chavales deciden sacrificarse por su amigo. Los adultos podemos sentirnos sonrojados porque el autor viene a abofetear nuestra conciencia, enmarañada en una vertiginosa y agresiva vorágine de competitividad e insolidaridad. Sin pretensiones moralizantes, Kromhout regala a los pequeños lectores una valiosa sesión de educación en valores.
¡Vaya fiesta!
—Sólo queda una noche, Wil. Y llegará el gran momento.
—Sí, Bil, sólo queda una noche. ¡Ay, qué ganas tengo!
—Yo también, Wil. Yo también tengo muchas ganas. ¡Qué bien!, ¿verdad?
—¡Ya lo creo! Buenas noches, Bil.
—Buenas noches, Wil.