Una historia de ángeles y demonios
Nos encontramos en el claro de un encinar muy espeso. El sol está mostreado de piedras y de matas. Los árboles tienen el tronco negro, cubierto de musgo, húmedo. El respetable tiene la impresión de que se encuentra en un lugar muy remoto, oculto a todas las miradas. Casi puede percibir el olor a humedad que señorea el ambiente. Se advierte que apenas nadie ha puesto los pies en ese bosque, a no ser los animales salvajes que tienen en él su guarida.