Las historias bien construidas funcionan como el engranaje de un reloj bien engrasado. Fritz, novelista y aprendiz de relojero, comienza a narrar su último relato pero poco después de iniciarlo aparece Kalmenius, un siniestro personaje, que lo trastoca todo. Justo ahora que Fritz tiene que entregar su obra, aún inacabada. Las historias se mezclan, se necesitan unas a otras como en un mecanismo de relojería. Los recursos literarios del suspense se utilizan con maestría en esta novela que nos demuestra que es necesario construir bien la mecánica del texto para que la historia funcione.
Las historias bien construidas funcionan como el engranaje de un reloj bien engrasado. Fritz, novelista y aprendiz de relojero, comienza a narrar su último relato pero poco después de iniciarlo aparece Kalmenius, un siniestro personaje, que lo trastoca todo. Justo ahora que Fritz tiene que entregar su obra, aún inacabada. Las historias se mezclan, se necesitan unas a otras como en un mecanismo de relojería. Los recursos literarios del suspense se utilizan con maestría en esta novela que nos demuestra que es necesario... Seguir leyendo
El reloj mecánico

Antiguamente, en la época en que sucedió esta historia, el tiempo transcurría al compás del reloj, es decir, de un verdadero mecanismo de relojería con resortes y ruedas dentadas, engranajes y péndulos, y piezas por el estilo. Se podía desmontar, ver cómo funcionaba y luego montarlo de nuevo. Hoy en día, el tiempo corre mediante la electricidad, mediante cristales de cuarzo que vibran y Dios sabe qué más. Hasta puedes comprar un reloj que se mueve con energía solar, se pone a la hora varias veces al día sintonizando una señal de radio y nunca atrasa ni un solo segundo. Los relojes que funcionan de este modo parecen obra de brujería porque no hay manera de entenderlos.