El hombre que quería recordar
El principio, dice usted. Fue un principio extraño, como todo en esta historia. Al tipo lo conocí un miércoles por la noche en la puerta del diario. Lo primero que pensé al verlo fue que no parecía loco. Tal vez algo extraño, un poco ido, pero no loco. Y por el momento eso me dejó tranquilo, porque lo que a mí en verdad me preocupaba era que estuviera completamente chiflado.
Lo observé desde lejos y le calculé unos cuarenta y cinco años. Era alto, con un físico bastante aceptable y una barba apenas canosa. Recién al acercarme observé que tenía una venda en la muñeca y marcas violáceas en la frente, como si alguien le hubiera partido el alma a golpes.