La señora Bruna es consciente de su gran problema. La calvicie ya no es incipiente y hay que solucionar el tema como sea, por ejemplo probando toda clase de productos. Uno de ellos hace efecto pero, cuando cree que todo ha terminado, sus pelos cobran vida propia y no hacen otra cosa que complicar la suya. Narrado en tercera persona por un narrador omnisciente, el autor consigue un ritmo fluido gracias a la utilización de frases cortas y diversos recursos expresivos. Las ilustraciones, además de complementar el texto, aportan un toque irónico y muy humorístico que convierten la trama en una aventura absurda a la par que deliciosa.
La señora Bruna es consciente de su gran problema. La calvicie ya no es incipiente y hay que solucionar el tema como sea, por ejemplo probando toda clase de productos. Uno de ellos hace efecto pero, cuando cree que todo ha terminado, sus pelos cobran vida propia y no hacen otra cosa que complicar la suya. Narrado en tercera persona por un narrador omnisciente, el autor consigue un ritmo fluido gracias a la utilización de frases cortas y diversos recursos expresivos. Las ilustraciones, además de complementar el texto, aportan un... Seguir leyendo
Los pelos de la señora Bruna
La señora Bruna tenía un problema gordo: un buen día, su pelo decidió irse. Y se quedó bien calva. Su cabeza parecía una luna, o una sandía, o una piruleta.
Por eso, se pasaba el día probando nuevos productos.