Ramiro Montoya, el guaperas de la clase, convence a Julia Morientes para que lo ayude a robar el Bronce de Zaragoza, una pieza arqueológica de gran valor. Su objetivo es demostrar que su madre, que se ha marchado, y su padre, que la sustituyó en la tarea, hacían bien su trabajo de conserjes del Museo Regional. Roban el Bronce, pero éste aparece en su sitio al otro día. ¿Cómo ha podido suceder eso? ¿Les ha visto alguien? En acalorada discusión con el director del Museo se dan cuenta de que había una segunda plancha, una imitación. El detective Escartín descubre entonces las turbias intenciones del director del Museo... y de Gonzalo Montoya.
Ramiro Montoya, el guaperas de la clase, convence a Julia Morientes para que lo ayude a robar el Bronce de Zaragoza, una pieza arqueológica de gran valor. Su objetivo es demostrar que su madre, que se ha marchado, y su padre, que la sustituyó en la tarea, hacían bien su trabajo de conserjes del Museo Regional. Roban el Bronce, pero éste aparece en su sitio al otro día. ¿Cómo ha podido suceder eso? ¿Les ha visto alguien? En acalorada discusión con el director del Museo se dan cuenta de que había una segunda plancha,... Seguir leyendo
La maldición del bronce
Debí sospechar algo de inmediato. Debí sospechar algo desde el mismo momento en que descolgué el teléfono e identifiqué, al otro lado de la línea, la voz despiadadamente seductora de Ramiro Montoya invitándome a merendar, con una excusa tan peregrina que habría podido llegar por su propio pie a Santiago de Compostela. Una vez en su casa ya de nada servía la sospecha, porque, después de prepararme un bocadillo de fiambre de pavo con hoja de lechuga y rodajita de huevo duro entre dos rebanadas de pan integral –sus conocimientos culinarios no van mucho más allá–, no se anduvo con el más mínimo rodeo.