La bellísima Helena ha pasado a la historia como la causante de la guerra de Troya, pero en el origen de este conflicto estaban las discordias entre ciertas diosas, como se descubre en estos cuentos inolvidables. El poderoso Aquiles, el valiente Héctor, el despiadado Agamenón, el astuto Ulises..., y sus sufridas mujeres, se vieron implicados en una larga guerra que no querían, y en la que las vilezas y las traiciones se alternaron con las proezas y las nobles acciones. Y mientras tanto los dioses no cesaban de entrometerse derrochando imaginación para salirse con la suya. Este volumen es el cuarto de una serie que organiza los relatos griegos de tema mitológico tomados de varias fuentes. Centrado en la guerra de Troya, aglutina los relatos relacionados con los orígenes del conflicto, el transcurso de la contienda y su desastroso final para vencedores y vencidos. Algunos hechos resultan familiares, otros no tanto, pero en cualquier caso la fuerza de sus dramáticas historias sigue siendo apasionante. Muy valiosos resultan los anexos finales –mapas, fotografías, explicaciones históricas– que proporcionan abundante información para situar y asimilar esta riquísima herencia cultural.
La bellísima Helena ha pasado a la historia como la causante de la guerra de Troya, pero en el origen de este conflicto estaban las discordias entre ciertas diosas, como se descubre en estos cuentos inolvidables. El poderoso Aquiles, el valiente Héctor, el despiadado Agamenón, el astuto Ulises..., y sus sufridas mujeres, se vieron implicados en una larga guerra que no querían, y en la que las vilezas y las traiciones se alternaron con las proezas y las nobles acciones. Y mientras tanto los dioses no cesaban de entrometerse derrochando imaginación para... Seguir leyendo
Cuentos de la mitología griega. IV. En Troya
Dárdano, hijo de Zeus, llegó a través de los mares a la región de la Tróade procedente de lejanas tierras de Grecia. Y allí, en las laderas del monte Ida, fundó un poblado que lleva su nombre.
Se casó con una nieta del dios-río Escamandro y de una ninfa del monte Ida. De modo que en la sangre de sus descendientes se mezcla la de Zeus –el dios rey de todos los seres– con la de las divinidades que personifican el lugar mismo. Descendientes que a su vez siguen consolidando sus lazos con los espíritus de la Tierra.