Jadencourt es una ciudad miserable porque la crisis económica ha derrumbado las finanzas de empresas y trabajadores. La cementera Hannard, que daba empleo a la mayoría de la población, está decidida a despedir a 250 obreros. Todo parece perdido, pero la muerte del propietario de la fábrica y la llegada de Madeleine, su joven heredera, traerán a la ciudad una transformación llena de utopía y ensoñación. La legataria no dudará en corromper a la dirección de la empresa para tener las manos libres para poder ofrecer a los obreros una vida feliz. Sin embargo, alguno de ellos se negará a vivir en una burbuja en la que todo es perfecto... pero no hay libertad.
La ciudad que no existía compone, junto con El navío de piedra, la serie de Bilal y Christin Leyendas de hoy, una saga en la que los autores reflexionan sobre la naturaleza de las utopías y el sentido del socialismo. Aunque fue creada en los años setenta, la obra posee una gran actualidad, pues presenta un conflicto social, provocado por la desigualdad entre las clases sociales y económicas, que sigue estando presente en nuestras sociedades globalizadas y postindustriales. Aunque editorialmente se presenta esta nueva edición como «mejorada técnicamente», es una lástima que se haya alterado la paleta de colores original, oscureciéndola innecesariamente.
Jadencourt es una ciudad miserable porque la crisis económica ha derrumbado las finanzas de empresas y trabajadores. La cementera Hannard, que daba empleo a la mayoría de la población, está decidida a despedir a 250 obreros. Todo parece perdido, pero la muerte del propietario de la fábrica y la llegada de Madeleine, su joven heredera, traerán a la ciudad una transformación llena de utopía y ensoñación. La legataria no dudará en corromper a la dirección de la empresa para tener las manos libres para poder... Seguir leyendo
La ciudad que no existía
¡Hola Paulo!
¡Hola Freddy!
¿Damos una vuelta?
Buena idea.
¡¡¡Paulo!!!Ya es hora...
Aaah... Mamá......He tenido un sueño muy raro, mamá...
Luego me lo cuentas... Ahora tengo trabajo... ¡Y date prisa, Paulo!
Ya va, mamá, ya va...
Me duele verte con eso desde hace ya dos horas, Marcelle...
Sabes muy bien que en estos momentos nos hace falta
Sí, lo sé... Ya puedo ir esperando mi salario... ¡Malditos cabrones!
Bebe tu café bien caliente, Paulo, fuera hace frío...
Sí, mamá...
Bueno, aprovechando que no voy aún al curro... vamos juntos, chico... Tengo que sustituir a mis compañeros en la guardia...
¡Ten cuidado, George... con todo follón, tengo miedo!
¡Estoy listo, papá!