¿Quién ha soltado a los fantasmas?
Mi hermana y yo volvíamos a casa la noche en qué empezó todo el horror.
Las nubes cortaban la luna. Llevábamos la cabeza agachada porque el viento frío nos azotaba en la cara. Por encima de nosotros, las ramas desnudas de los árboles crujían igual que huesos de esqueletos.
Tiritaba, así que traté de darme calor rodeándome el cuerpo con los brazos. Iba en camiseta y pantalones cortos.