Una portada que imita un sobre postal nos introduce en una historia que aúna el humor con la ternura. Pocas líneas son necesarias para presentarnos un personaje sólido que consigue la complicidad del lector infantil, quien fácilmente se identificará con él. El mayor logro del álbum, sin embargo, consiste en no caer en el mensaje didáctico evidente.
Una portada que imita un sobre postal nos introduce en una historia que aúna el humor con la ternura. Pocas líneas son necesarias para presentarnos un personaje sólido que consigue la complicidad del lector infantil, quien fácilmente se identificará con él. El mayor logro del álbum, sin embargo, consiste en no caer en el mensaje didáctico evidente.
El león que no sabía escribir
El león no sabía escribir. Pero eso no le importaba porque podía rugir y mostrar sus dientes. Y no necesitaba más.
Un día se encontró con una leona. La leona leía un libro y era muy guapa. El león se acercó y quiso besarla. Pero se detuvo y pensó: una leona que lee es una dama. Y a una dama se le escriben cartas. Antes de besarla. Eso lo había aprendido de un misionero que se había comido. Pero el león no sabía escribir.