El niño que jugaba con ballenas
Gorka se impulsó con las aletas, ascendió los cuatro o cinco metros que lo separaban de la superficie del mar como un cohete y emergió con una explosión de agua y espuma.
–¡Está allí! –gritó una joven desde la cubierta del
Verdera.Todas las miradas se dirigieron hacia el niño que nadaba en dirección a las tres ballenas que venían observando desde hacía un rato. Antxón, el padre de Gorka y patrón del barco, había ido acercándose muy lentamente a los cetáceos, que se mostraban tranquilos y a la vez curiosos.