El libro de Nebal
En el reino del zar Iván había fuentes, infinidad de fuentes. Las aguas cristalinas brillaban según el color de los surtidores y de las pilas donde caían: verdes, azules, violetas, rojas. Los chorros brotaban como bailarines en suaves y rápidas cabriolas y volteretas. A veces, llegaban a esos fondos multicolores, a veces, a enormes piscinas donde los niños de palacio se bañaban. En el reino del zar Iván había numerosos árboles frutales, algunos traídos del exótico oriente, otros de occidente: manzanos, perales...