Curdy y la Cámara de los Lores
Al fondo de la mazmorra más profunda de la Torre de Londres, las llamas verdes se encendieron en las tinieblas. El fuego oscilante del hachón comenzó a avanzar por el túnel subterráneo, empujando las sombras a su alrededor. La larga cadena de los presos tintineaba al arrastrarse sobre las irregularidades del suelo hasta que el túnel desembocó en el umbral de una puerta de hierro. El encapuchado se inclinó ante la herrumbrosa superficie y la golpeó. No había cerrojos ni signo alguno que pudiese abrirla desde aquel lado, pero se oyeron crujidos metálicos y la hoja cedió, gruñendo como si se opusiese a ser abierta con la fuerza de cien maleficios.