Magnífica novela que toca un tema tan importante como la nunca del todo acertada relación establecida entre el ser humano y la naturaleza. En 1913 un viajero conoce a Elzéard Bouffier, pastor solitario de cincuenta y cinco años que en la Provenza, por entonces un páramo desértico, planta robles sin descanso. Tras la Primera Guerra Mundial vuelve a buscarlo y el pastor ha transformado el lugar con hayas, abedules, etc. Tras la Segunda Guerra Mundial, el antiguo páramo es ya un hermoso vergel.
Magnífica novela que toca un tema tan importante como la nunca del todo acertada relación establecida entre el ser humano y la naturaleza. En 1913 un viajero conoce a Elzéard Bouffier, pastor solitario de cincuenta y cinco años que en la Provenza, por entonces un páramo desértico, planta robles sin descanso. Tras la Primera Guerra Mundial vuelve a buscarlo y el pastor ha transformado el lugar con hayas, abedules, etc. Tras la Segunda Guerra Mundial, el antiguo páramo es ya un hermoso vergel.
El hombre que plantaba árboles
Para que un personaje manifieste sus más excepcionales cualidades, hay que tener la fortuna de poder observar su actuación a lo largo de muchos años. Si dicha actuación está desprovista de todo egoísmo, si obedece a una generosidad sin par, si es del todo cierto que no abriga un afán de recompensa y que, por añadidura, ha dejado una huella patente sobre la faz de la tierra, entonces no cabe error alguno. Hará cosa de cuarenta años, hice un largo viaje a pie por unos montes poco frecuentados por turistas...