El gusto que da contemplar las deliciosas estampas parisinas de época –minuciosas y delicadas acuarelas– se ve incrementado al seguir a los protagonistas y participar en la búsqueda de los objetos perdidos sumergiéndose en el paisaje urbano. El sencillo argumento, resuelto con gracia, se completa con la información de las páginas finales sobre los lugares ilustrados, e incluso de las guardas, en las que se refleja el itinerario. No puede ser más placentero este paseo, ni más ilustrativo.
El gusto que da contemplar las deliciosas estampas parisinas de época –minuciosas y delicadas acuarelas– se ve incrementado al seguir a los protagonistas y participar en la búsqueda de los objetos perdidos sumergiéndose en el paisaje urbano. El sencillo argumento, resuelto con gracia, se completa con la información de las páginas finales sobre los lugares ilustrados, e incluso de las guardas, en las que se refleja el itinerario. No puede ser más placentero este paseo, ni más ilustrativo.
Elsa y Max de paseo por París
Elsa fue a recoger a su hermano pequeño, Max, a la escuela. Max estaba esperando en la puerta.
Llevaba la gorra, los guantes, la bufanda y el jersey, el abrigo y la cartera, y los libros y los lápices, y también un dibujo de un gato que había hecho esa mañana.
–Max, por favor, intenta no perder nada, hoy –le dijo Elsa.
Y Max respondió:
–Lo intentaré.