El manuscrito de fuego
La aldea de la villa de Hokku descansaba plácidamente en el lado derecho del valle, allí donde el sol dirigía sus cálidos rayos en invierno y la brisa marina proporcionaba más frescor en las calurosas noches de verano. Rodeadas por dorados campos de trigo y verdes arrozales, las pequeñas casas de madera y papel de arroz se amontonaban al fondo del valle, y subían por la suave ladera del monte Dai Yama.