¡Fuiste tú!
–Fuiste tú.
–¡No es cierto! ¡Eres un cochino! ¡Fuiste tú!
Escuchaba este diálogo con asombro. Mi creador renegaba de mí, como si yo fuera algo malo, algo que no tenía nada que ver con él.
No entiendo por qué todos parecían avergonzarse tanto de mí como de mis hermanos. Estamos en todos los cuerpos y generalmente somos musicales y juguetones, y eso que vivimos bajo mucha presión. Pero cuando salimos, lo hacemos con fanfarrias y aplausos y, sin embargo, nunca recibimos una sonrisa de bienvenida. Pero eso sólo sucede cuando aparecemos frente a muchas personas.