Kinú y la ley de Amarok
Hacía mucho tiempo que en Aniok sufrían la terrible maldición. ¿Qué habrían hecho para merecer aquel castigo tan cruel? Andaban cabizbajos, con los rostros sombríos y la mirada apagada por el disgusto de los dioses y no sabían cómo podrían aplacarles ni cuándo alcanzarían su perdón. La mayor parte del año el puñado de tepees que formaba la aldea era una mancha oscura en medio de un océano blanco e inmóvil.