La montaña parlante
Esa noche me apetecía quedarme tranquilamente en casa.
-¿Qué ganas tengo de leer un buen libro! -me dije.
Empecé a recorrer los títulos que tenía en la estantería: «En busca del gorgonzola perdido» ¡Ya los había leído! «Quesitos borrascosos» ¡Leído y releído! «La isla del queso fundido» ¡Leído, releído y requeteleído! Al final, decidí salir a comprarme un libro nuevo. En ese momento, sonó el timbre repetidamente.